La silla de Enea

08/10/2018

La silla de Enea

6ª aportación de la Hna. Cristina Masferrer para la columna "Mirador", de la Hoja Parroquial de la Diócesis de Girona, originalmente escrita en catalán.

"Ya mañana descansaré", una pintura del artista Josep Lloveras.

"Ya mañana descansaré", una pintura del artista Josep Lloveras.

"Para poder velar a un enfermo antes debo saber velar al Cristo"

La silla de Enea

El pintor Josep Lloveras pintó un cuadro titulado "Ya mañana descansaré".

En el cuadro se muestra un enfermo, su esposa con el hijo en brazos, María Gay Tibau cuidando al enfermo y, a los pies de la cama, una silla de enea.

Nos fijaremos en la pequeña silla de enea a los pies de la cama del enfermo. Está a una distancia prudencial, ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Esta distancia hace que el enfermo tenga la confianza y la seguridad de que se está cerca de él, pero a la vez se deja el espacio para que la persona encamada pueda ser ella misma.

Este espacio es diferente para cada uno de nosotros. Se encuentra de forma que el que se sienta mira al cabecero de la cama. Es una forma de decir: estoy aquí para lo que necesites; no estás solo, eres importante para mí.

Es sencilla, discreta, con una bolsa negra colgada en el respaldo. La silla no es el centro, la veladora tampoco. En la bolsa hay algo por coser, un libro y un rosario; herramientas capitales para toda veladora porque nos recuerdan que hay que estar con los ojos bien abiertos, para aprender la sabiduría que se cuela de la persona enferma y no olvidar que, para poder velar a un enfermo, antes tengo que saber velar al Cristo de la Eucaristía.

Sentarse en una silla significa haber captado el significado del servicio y de la entrega, saber que en cualquier momento podemos ser llamadas al cabecero del dolor, y asumir el riesgo de que nuestro descanso siempre será mañana.

Para cada uno de nosotros hay una silla que nos "complica", nos "complace" y nos hace "cómplices" del proyecto de Dios.