La mirada

No es lo mismo ver que mirar. Ver es percibir una imagen. Mirar es una acción voluntaria. Es fijar la vista sobre alguna cosa o sobre alguien.

Os invito a hacer una revisión de nuestras miradas. Vemos muchas cosas a lo largo del día pero ¿cómo miramos lo que hay a nuestro alrededor, a las personas y todo aquello que vivimos?

La perspectiva que tenemos cambia mucho la forma de mirar: si nos colocamos en una situación de inferioridad, lo percibimos todo grande y yo me siento pequeña; si nuestra situación es de superioridad, lo que nos rodea se vuelve pequeño y yo soy poderosa. Nos daremos cuenta de que, desde el mismo plano, el que es diferente, el que no piensa o vive como yo creo, no será una amenaza que tengo que controlar o erradicar, sino una riqueza que me puede ayudar a madurar.

Parece que crecemos haciendo bandos contrapuestos: mi familia, mi equipo, los que piensan como yo, mi partido político, mi pueblo... ¿podemos estar en el mismo "equipo" aún y con diferencias?

Para mirar nos hace falta saber acercarnos y alejarnos. Nos encontramos en situaciones en las que tenemos que acercar la mirada para ver los detalles, poner el zoom, y en cambio en otros instantes necesitamos tomar distancia para ver el conjunto.

Podemos dejarnos coger de la mano y levantar la mirada, como Jesús a la mujer encorvada, o bien aproximarnos un poco y conocer mejor lo que está viviendo mi hermano. Es nuestra decisión. Como decíamos al principio, la mirada es una acción voluntaria. ¿Seremos capaces de educar nuestra mirada según el Evangelio y vivir en consecuencia?