La alegría
31/08/2018
La alegría
1ª aportación de la Hna. Cristina Masferrer para la columna "Mirador", de la Hoja Parroquial de la Diócesis de Girona, originalmente escrita en catalán.

Los almendros en flor llenan de alegría nuestros espíritus y corazones.
"Cuando presentimos, viendo la rama desnuda, que, a pesar de todo, el almendro florecerá...".
Así empieza una canción que cantamos en tiempo de Pascua. Cuando hablamos de alegría podemos pensar que se trata de estar contento y risueño en todo momento, y no es así.
Hay diversas formas de alegría. La alegría se manifiesta en el rostro y en las actitudes externas de la persona, y es expresión de un estado de ánimo interior de bienestar. Puede ser causa de la aprobación de los demás, de alcanzar un sueño... o puede ser causa de una forma de ser que nace en los más profundo del corazón de una persona y está arraigada en una certeza que hace que, a pesar de las dificultades, de las noches oscuras y crudas de la vida, sepamos que no estamos solos, aunque nos podamos sentir así.
Esta certeza es la que nos ayuda a velar por la mecha que quema, es la que nos mantiene confiados en la esperanza de que, a pesar de todo, el almendro florecerá. Esta certeza es la que nos da la fuerza para permanecer como el rescoldo bajo la ceniza, en medio de contratiempos y contrariedades del día a día, cuando parece que todo son obstáculos. Parece que el rescoldo se apaga o se enfría, parece que todo está perdido... Pero el rescoldo siempre está a punto para reavivar la llama al ímpulso del viento del Espíritu.
Esta certeza es la de que Dios es Amor y somos amados.
Esta alegría es un don de Dios y una tarea nuestra. Si es aquella que vive en nuestro interior, entonces, sin duda, podremos decir que esta nuestra alegría nadie ni nada nos la quitará.