Gemma

Gemma nos explica su experiencia de voluntariado en Ruanda y en República Democrática del Congo, un viaje exterior e interior que sin duda repetiría. "Volvería mañana mismo; a ayudar, compartir, aprender y enseñar".

Volvería mañana mismo, a compartir y aprender. Al alejarnos, se me cayeron las lágrimas. Qué impotencia, qué injusticia, qué diferentemente deberían estar viviendo. Eso me hizo admirar más aún el proyecto de las hermanas, a esos niños y a sus familias.

Estuve en África tres semanas, del 26 de julio al 20 de agosto. Aunque no sea un período muy largo, sentí y aprendí mucho. Por eso al regresar parecía que había pasado más tiempo.

Empieza un viaje exterior e interior

El día de partida me encontré con la Hna. Anunciación Lázaro en Barcelona, Ecónoma General del Instituto de Religiosas de San José de Gerona y con quién hice prácticamente todo el viaje. Volamos a Kigali, Ruanda.

Mi primer contacto con África fue en la Comunidad de Kamatongo. Es una Comunidad de paso en la que se forman postulantes. En agosto estuvieron allí dos voluntarias, María y Susana, impartiendo talleres. Fue una gran suerte coincidir con ellas y ver el progreso que hicieron con su trabajo.

Al día siguiente pusimos rumbo a Rubare, en la República Democrática del Congo, junto a la Hna. Natividad, misionera en Ruanda desde hace treinta-y-seis años, y otras cinco hermanas. En aquel viaje, que duró todo el día, pude ver gran parte de Ruanda y del Congo. Íbamos ocho personas en un todoterreno por carreteras de arena llenas de baches (parte congoleña). Aun así, los cantos y las historias de las hermanas hicieron incluso que se convirtiera en uno de los mejores trayectos que he hecho nunca. Me enamoré del paisaje y me di cuenta de algunas diferencias entre los dos países.

Mi experiencia de voluntariado en Rubare

Mis tareas consistían en dar soporte a la Ecónoma General en los proyectos que tienen en diferentes comunidades. Soy graduada en Economía y siempre agradecí que mi voluntariado consistiera en trabajos relacionados con este ámbito.

En Rubare me encargué de informatizar la gestión y contabilidad de la farmacia del Centro de Salud. También trabajamos en la gestión de la granja de la Comunidad. Di clases de la hoja de contabilidad de la granja y de Excel a la Hna. Marcienne, que se va a encargar de llevarla.

También acompañé a la Hna. Anuncia en sus visitas a los lugares donde el Instituto de Religiosas de San José de Gerona tiene proyectos: Centro de Salud de Rubare, Escuela Maternal y Primaria, Cooperativa (campos de cultivo, centro de alfabetización) y Fábrica de azúcar. Nos emocionamos en cada una de ellas. Nos recibían con tanta gratitud y tantos regalos, que parecía que ningún agradecimiento por nuestra parte podía estar a la altura.

África, antes y después de conocerla

África siempre me ha llamado la atención. Antes de ir, era consciente de su belleza, de su riqueza y de su pobreza. Una vez he estado allí, su belleza es igual a la que esperaba, pero la riqueza en recursos y la pobreza económica y social son mayores de lo que creía. Como solía decir la Hna. Anuncia "Rubare es un paraíso terrenal", con toda la razón del mundo.

Desde la colina en la que está situado el convento se ven los campos de cultivo, los volcanes a la izquierda y el lago Kirwa a la derecha. A menudo hay niños observándolo, bajo un cielo infinito.

A pesar de ser un lugar tan bonito, con una tierra tan rica y un clima tan favorable, la situación de muchos habitantes es difícil. Es un pueblo castigado por conflictos armados aún existentes en algunas partes del país y dónde las condiciones higiénicas, sanitarias, alimentarias y de seguridad son muy graves. Precisamente por esto es tan importante la labor que hacen las Hermanas allí.

Lo que más me dolió fue ver y estar con niños del pueblo que se sienten tristes porque tienen hambre, se encuentran mal o sufren mal nutrición, de lo que pueden derivarse enfermedades. Hasta el momento, sólo había visto algunos desde el coche saludando y riendo. Pero pasando un rato con ellos me di cuenta de la realidad. Y es normal, dadas sus condiciones cualquier otro ser humano también estaría triste.

Al alejarnos, se me cayeron las lágrimas. Qué impotencia, qué injusticia, qué diferentemente deberían estar viviendo. Eso me hizo admirar más aún el proyecto de las Hermanas, a esos niños y a sus familias.

Proyectos que dejan huella

Lo que más feliz me hizo fue ver el impacto real que tienen los proyectos de las Hermanas. En el Centro de Salud se ocupan de la gestión, dando más oportunidades y esperanzas a la población y trabajando incansablemente para mejorarlo. Actualmente es un centro de referencia de la provincia.

En la escuela dan un plato de comida al día a los niños, los duchan y les proporcionan una buena educación. En la cooperativa hacen que las mujeres se sientan realizadas y tengan más conocimientos en todos los ámbitos gracias a la alfabetización; con los cultivos se aseguran una ayuda; y en la fábrica de azúcar se empleará a muchas personas, asegurándoles un ingreso al mes.

Después de estar una semana en Rubare pasamos unos días en Goma, una comunidad de paso dónde te sientes como en casa. Después volvimos a Ruanda. Fue al volver cuando vi claramente lo numerosas y grandes que son actualmente las diferencias con el Congo. Ruanda está mucho más desarrollado.

Estuve el resto de días en Kamatongo, dónde ayudé a María y a Susana con los talleres, di clases de Excel y contabilidad a la Hna. Jacqueline, y expliqué la nueva gestión de la farmacia a la Hermanas Anuncia y Helena.

También tuve la oportunidad de visitar las comunidades de Nyarusange y Butare. En Nyarusange vi el gran trabajo que hacen en el Centro de Salud, que está muy avanzado, y visitamos el taller de costura en el que entre otras cosas hacen los uniformes para la Escuela Maternal y de Primaria de Rubare.

En Butare visitamos la Comunidad y acompañé a la Hna. Josefa en su labor de ayudar a los más desfavorecidos, mayoritariamente pertenecientes al pueblo pigmeo. Proporciona ayudas según sus necesidades y según el dinero que los benefactores le envían. Son los benefactores quienes deciden donde destinan su dinero; si han pedido para la escolarización, para material escolar, para la Mutuelle (la seguridad social de Ruanda), etc. la Hna. Josefa así lo aplica.

El regreso

La segunda y última vez que lloré fue en la despedida, horas antes de coger el avión de regreso a Barcelona. Era un adiós a África y a las Hermanas y Postulantes de Kamatongo. Un adiós a sus canciones y bailes. Aunque sigo cantándolas en mi casa. Echo de menos estar allí con ellas y con sus misiones que tanta falta hacen. Volvería mañana mismo; a ayudar, a compartir, a aprender y a enseñar.